Programar también es cosa de chicas
En honor al Día Internacional de la Mujer, he escrito este artículo en el que busco que las mujeres estudiantes de carreras afines a las Tecnologías de la Información, reflexionen sobre su aporte en este tipo de carreras, pero también, en la necesidad que existe que también “le entren” a materias como programación.

Fotografía de Andrew Neel enUnsplash
El factor Atenea de nuevo.
Hace un tiempo escribí un artículo sobre el factor Atenea, el cual se define como el fenómeno de retirada de las mujeres del sector digital. Esto implica que las egresadas de preparatoria deciden no estudiar una carrera universitaria en el área de las Tecnologías de la Información. Las causas de este fenómeno son muy variadas, pero claramente se refleja en la matrícula de las universidades donde se ofertan este tipo de carreras.
Tan solo en la universidad donde yo laboro, de 2010 a 2014, sólo 147 mujeres, que representan el 36% del total, han estudiado la carrera de Tecnologías de la Información. En contraste, los hombres forman el 64% de la matrícula. Pese a esto, el 45.57% de las mujeres que ingresan, concluyen exitosamente su carrera, contra el 45.7% de los hombres.
Esto quiere decir que efectivamente ingresan menos mujeres que hombres a la carrera de TI, pero ellas desertan menos que los varones. Aunque el porcentaje de eficiencia terminal analizado en esas generaciones es un valor menos que deseable (no llega ni al 50%), es una buena noticia debido a que una mujer que ingresa tiene ligeramente un poco más de probabilidades de concluir la carrera.
Sin embargo, no podemos afirmar que ese 36% de mujeres que ingresa a la carrera no tiene el factor Atenea. ¿Cómo puede ser esto, si se supone que estas mujeres no se retiran del sector digital, sino que ingresan para prepararse en este sector? Bueno, eso es otra situación que tiene que ver con el hecho de que a pesar que están adentro, no lo están realmente. Y verán porqué digo esto.
Arquetipos de las estudiantes de TI.
Como maestra de programación, puedo ver de primera mano, (y, sobre todo, analizar), el comportamiento de las estudiantes de TI. Esto me permite detectar algunos arquetipos comunes, que se dan por lo menos en el estado de Tlaxcala:
- Están las chicas que ingresan a TI, pero que no tienen idea de que se trata esto, o tienen un concepto erróneo de lo que hacemos los profesionales de ésta área. Recuerdo lo mucho que traté de apoyar a una joven que tenía muchos problemas económicos para estudiar. Y en un momento dado, me sorprendió ya estando ella en cuarto cuatrimestre, como ella pensaba que estaba muy bien esta carrera, pues más adelante podría conseguir un empleo como secretaria. Como pueden imaginar, esto fue como una puñalada directo a mi corazón, y una evidencia muy clara de que aun estando dentro, realmente no lo están.
- Además, están las que dicen que les fascina la carrera, pero que no hacen nada por aprender de ella. O lo peor, que incluso evitan ensuciarse las manos con las “materias difíciles”, pero van excelentes en las materias que ellas consideran más fáciles o que no son de la especialidad.
- Hay otro tercer tipo de estudiantes, las que yo más detesto, pero que afortunadamente con los años se ha reducido mucho la frecuencia de ellas en mi universidad. Aquellas mujeres que saben claramente que no les gusta la carrera, pero que además son lo suficientemente astutas como para reconocer que sí quieren tener un título universitario. Ellas utilizan sus “atributos femeninos”, por decirlo de una forma elegante y no peyorativa, para hacer que algún joven haga el trabajo por ellas.
- Por último, están las pocas que realmente ingresan con vocación y compromiso para la carrera, que les gusta todo de esta y que por supuesto, al terminar, ejercen su carrera y progresan laboralmente en ella.
Obviamente este artículo no está orientado para el arquetipo # 4. Y en cuanto al # 3, no quiero ni pensar en considerarlo, no porque no sea necesario cambiar su enfoque y zona de confort, sino porque es cuestión de valores personales. El arquetipo # 1 tiene que ver con una mejor visión de la persona, y por supuesto una mejor difusión sobre los perfiles de ingreso y egreso de carreras afines a TI.
Pero es el tipo # 2 a las que está dirigido este post. Son jóvenes que están convencidas de que TI es su carrera, son disciplinadas, organizadas y comprometidas académicamente. Pero, o no entienden materias de programación, o les da miedo meter las manos en estas.
En las carreras de TI es muy común desarrollar proyectos en equipo. Incluso se les alienta a los estudiantes a identificarse con ciertos roles: desarrollador, analista, diseñador, etc. Y algo muy curioso que sucede frecuentemente es que la mayoría de estas estudiantes se identifican como analistas, y otras como diseñadoras gráficas. Nunca como desarrolladoras, ni front-end, ni back-end.
Últimamente se ha enfatizado demasiado en las habilidades blandas que requieren las empresas, lo cual es muy cierto. Pero de repente, muchas estudiantes del tipo 2 deciden que ahí es donde ellas se ven. Si bien es cierto que algunas de ellas sí poseen las habilidades blandas deseadas por el mercado laboral, los docentes en los programas educativos del sector de TI no podemos conformarnos con esto.
Sobre todo, porque LAS MUJERES SÍ PUEDEN PROGRAMAR.
Un poco de historia.
Basta con recordar algunas de las mujeres que hicieron historia como programadoras, y que incluso con sus aportaciones le dieron forma a las Ciencias de la Computación y por supuesto, a las Tecnologías de la Información como las conocemos hoy en día.
Una de las más populares, Ada Lovelace, hija del famoso poeta del romanticismo Lord Byron, es reconocida por sus conocimientos matemáticos e incluso se le considera como la primera programadora de la historia, debido a que diseñó el primer algoritmo moderno para la máquina de Charles Babbage.
Luego tenemos el aporte de Joan Clarke, quien trabajó con Alan Turing en el cifrado de las comunicaciones alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. (Incluso existe una película sobre la máquina de Turing). En aquella época, la segregación entre hombres y mujeres era de tal magnitud, que no se le pudo contratar como criptoanalista, puesto destinado sólo a hombres.
Las “mujeres del ENIAC” fue el nombre en el que se aglomeraron a un conjunto de extraordinarias mujeres que contribuyeron a la programación del ENIAC, y a las que nunca se les dio el crédito merecido por su trabajo, por lo que en éste artículo enlistaré los nombres de las mujeres que fueron parte de este selecto grupo: Jean Jennings Bartik, Betty Snyder Holberton, Frances Bilas Spence, Kathleen McNulty, Marlyn Wescoff Meltzer y Ruth Lichterman Teitelbaum.
Por supuesto, no puedo dejar de mencionar a la gran Grace Hooper, quien acuñó el término “bug” para refererise a un error de programación. Además, extendió el uso de las computadoras al desarrollar un lenguaje de programación orientado a los negocios – COBOL – y no sólo al ámbito científico.
¿Por qué el miedo?
Esa es la pregunta que constantemente les hago a mis alumnas del arquetipo 2. La respuesta a la pregunta es difícil porque detrás existen prejuicios, inseguridades y afirmaciones erróneas que muchas de estas mujeres arrastran desde la infancia. Pero también considero que si ellas dejaran de verse a sí mismas como el “sexo débil”, y de considerar a las materias de programación como difíciles e imposibles, se darían cuenta que su éxito solo es cuestión de aplicar las estrategias correctas:
- Programación también se estudia, los y las estudiantes deben de dejar de pensar que su única obligación es llegar a inspirarse a la máquina y que mágicamente las líneas de código surgirán de sus dedos y el programa funcionará a la primera. Detrás de un excelente programador, hay horas de estudio y depuración.
- Incluso para aprender la lógica detrás de un algoritmo existe una preparación profunda. Para que sea cada vez más sencillo entenderla, es necesario un repaso de los conocimientos matemáticos básicos, aprender más sobre las propiedades de los números y las operaciones y por supuesto ejercitar con los operadores booleanos.
- Leer mucho. Al fin y al cabo, cuando se está escribiendo un programa se está usando un lenguaje con reglas sintácticas, al igual que cualquier lenguaje humano. Mientras más se lea, se tendrá un vocabulario más amplio, pero también un mejor conocimiento de estructuras sintácticas y lógicas que a veces parece inherentes en los programadores expertos.
Estos tres sencillos pasos, más la actitud de decir “YO PUEDO”, debería servir para encaminar a muchas de nuestras estudiantes a escribir sus programas, pero sobre todo, a sentirse a gusto programando. Por supuesto que nunca está de más que la joven encuentre en sus maestras un modelo femenino que le demuestre que se puede ser mujer y tener éxito como programadora.
Está muy bien que nuestras estudiantes posean habilidades blandas y que las sepan explotar, pero como maestras no podemos encasillarlas sólo en esos roles.

Hasta aquí mi reflexión sobre el 8 de marzo y la importancia de motivar a las estudiantes a programar.
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¡Hasta la próxima!